sábado, 9 de octubre de 2010

El hombre perfecto: parte 3

 
Diario de Dorinda: “9 de diciembre
Alberto me ha dejado muy herida. Lo he amado mucho. No me equivoqué cuando supe que él me iba a dejar marcada pero no esperaba que me hiciera tanto daño. Lo he buscado para que me dé una explicación porque me negaba a ver la realidad. Se ha burlado de mí. Pero se ha acabado. Me sacaré a Alberto de la cabeza, juro que lo haré. 
Su amigo Álex está muy cerca de mí. Yo lo he aceptado para darle celos pero no me quiero tirar en brazos de cualquiera para borrar las huellas de Alberto. Él es el único con el que he hecho el amor y me duele su traición, quiero olvidarlo pero no quiero aceptar a otro. No puedo.”

“11 de diciembre
He estado apunto de hacer el amor con Álex. Me quería vengar de Alberto. Nos hemos visto en la tarde y me le he insinuado. Él de hecho es lo único que quiere de mí, lo sé. Hemos ido a su casa. No estaba cómoda. En la misma cama en la que hice el amor con Alberto y él me engañó con esa negra. Nos hemos parado en la puerta. Él se ve que me ha visto insegura y me ha dicho:
--aún estás a tiempo de pensártelo si no estás segura. Luego, dentro lo haremos quieras o no.
Le he dicho que estaba segura y él me ha mirado con una cara de lujuria que daba asco y me he ido corriendo. Álex se ha puesto furioso. Gritaba, me insultaba feo. Me decía que le iba a decir a todo el mundo que nos habíamos acostado, que lograría que todos me escupieran en la cara, que me trataran como la prostituta que soy. Me he sentido tan humillada. ¿¿porqué todos los chicos tienen que ser tan idiotas? ¿¿porqué esos dos se han tenido que meter en mi vida? ¡ojalá no los hubiera conocido nunca¡”

Alberto golpea a Álex con rabia después que éste le haya dicho a todos sus amigos que se ha acostado con Dorinda.
--¡La gitana es una cualquiera… se me regaló aquí… En la misma cama dónde se te regaló a ti¡
Alberto le golpea una y otra vez.
--¡¡que te calles…¡ ¡¡Dorinda es mía… sólo mía¡
Álex se siente frustrado porque hace un tiempo que no está con una hembra y almenos le consuela haciendo crear a todos que se lo hizo con la gitana.
--¡aunque me golpees no cambiarás las cosas… Es una guarra, está con todos…¡ ¡te podría describir de memoria su cuerpo desnudo¡
Álex está sangrando porque Alberto es mucho más fuerte que él. Alberto acaba parando. Confía en el amor de Dorinda. Se lleva las manos a la cabeza. 
--tienes razón… da igual… me alegro que te hayas divertido con ella.
Alberto ayuda a Álex. Se muestra amable, Álex desconfía un poco. Alberto con una sonrisa cómplice le dice señalándose la parte genital:
--Lo tiene todo depilado y a mí me encanta esos 3 lunares que tiene aquí… ¿se los vistes?
Álex pone cara de depravado:
--¡Si, sí…¡ ¡¡Se lo comí todo¡
Entonces Alberto se levanta y furioso dice.
--¡no tiene ningún lunar ahí, imbécil¡
Álex trata de cambiar su versión:
--¡no nos sacamos la ropa pero que me la tiré, me la tiré¡
Alberto ya no cree en su amigo. Se va de prisa. Álex se queda molesto por haber caído en la trampa de su amigo.



Dorinda sale de su puesto de trabajo. Alguien la llama.
--Dori, ven.
Alberto está en su auto. La llama flojito. Tiene miedo que lo estén vigilando los gitanos. A Dorinda se le estremece el alma. Se emociona al ver a su amado pero se hace la dura.
--Ven tú.
Alberto está asustado.
--Por favor… Ven.
Dorinda acaba montada en el auto de su amado. Ambos se miran y sienten que el corazón se les sale por la garganta.
--Hoy lo supe… Te amo. Álex presumía que se acostó contigo y yo me creí morir…
--¡no me acosté con él¡ ¡¡Es asqueroso¡ --Dorinda furiosa.
--Lo sé –dice Alberto sonriendo con ternura.
A Dorinda le emociona que él confíe en ella.
--Casi lo hago por despecho, porque me hiciste daño pero no puedo…
--Si te hubieras acostado con él yo me muero… No lo hubiera soportado –lloroso.
A Dorinda le provoca tanta ternura. 
--No entiendo nada… yo…
Alberto va manejando, la mira de reojo. Con una mano en el volante. Con la otra le acaricia los labios. No la deja seguir:
--tu padre me amenazó… Mi vino a buscar aquel día en el bar.
Alberto le cuenta lo que pasó. Siente vergüenza de sí mismo pero Dorinda le sonríe enamorada:
--¡¡llévame lejos¡ ¡¡me voy contigo donde no nos encuentre nadie¡
Aunque todo comenzó como un juego por parte de él, Alberto está realmente enamorado de Dorinda. Paran en un motel que hay en las afueras de la ciudad. Ahí dan rienda suelta a su pasión, a su amor. Se aman con intensidad. No les importa nada. Se aman y son felices. No quieren hablar del pasado. Les parece que ha transcurrido una eternidad desde la última vez que estuvieron juntos. Deciden no hablar de esos días, no hacerse mala sangre. Han decidido dar una nueva oportunidad a su amor. Comienzan de nuevo, sólo quieren ser felices, preocuparse exclusivamente de amarse mucho. Después de hacer el amor, reposan en la cama. Enamorados, contentos. Ella apoya su cabeza en el velludo y fornido torso del atractivo hombre.
--¿no te importa que sea cojo?
Él la mira triste. Recuerda la manera en la que lo trató el padre de ella y teme que en serio la joven esté con él con pena. Dorinda no se molesta en contestar. Se ríe, lo mira totalmente enamorada. Él le guiña el ojo. No puede dudar del amor de ella. Nadie lo había amado de la misma intensidad y eso le emociona. Dorinda de nuevo apoya su cabeza en el torso desnudo de su amado. Lo besa. Lo acaricia.
--Te amo a ti, sólo a ti. Juro que no amaré a ningún hombre que si alguna vez soy de otro toda la desgracia caiga sobre mí y sobre él.
Alberto sonríe por esa casi profecía que ha lanzado la gitana. Le acaricia la cabeza mientras dice:
--Yo tengo unos ahorros, iremos de ciudad en ciudad. Nos esconderemos hasta que seas mayor de edad. Luego nos casaremos.
Dorinda está feliz. Se aferra a él con todas sus fuerzas:
--¡¡si, sí¡
Alberto tiene miedo que piense que es un cobarde:
--tal vez creas que…
Dorinda lo besa. No lo deja seguir, sabe lo que le preocupa:
--Mi padre es capaz de matarte y a mí me obligaría a casarme con un gitano…
--pero si te vas conmigo. No podrás volver a tu casa… lo sabes ¿no?
Dorinda hace que sí con la cabeza pero por amor a ese hombre es capaz de todo y a Alberto le emociona el sacrificio del que es capaz de hacer la chica por él.




Dorinda y Alberto pasan una semana de pueblo en pueblo. Alberto tiene miedo de que la familia de su amado lo encuentre. Están en un motel. Alberto sale desnudo de la ducha. La mira con cierta tristeza.
--¿no te preocupa esta vida errante? No es lo que quiero para ti.
Dorinda se levanta. Lo abraza muy enamorada:
--¿Olvidas que soy gitana? Mi pueblo se ha pasado la vida yendo de un lugar a otro. Me encanta esta vida, me encanta porque soy feliz. Te amo tanto…
Alberto acaricia a la joven. Se funden en un cálido beso.

Mientras, en casa de la joven se vive toda una tormenta. La madre quiere avisar a la policía pero no el padre.
--¿¿es que quieres que todos sepan de nuestra vergüenza?
Le han dicho que la vieron irse en el auto de un hombre. Están seguros que la joven se ha escapado con Alberto.
--¡los encontraré y lo mataré¡
El hombre hace una cruz con sus dedos y la besa. Luego con mucha furia dice:
--¡¡maldito sean ella y su amante¡ ¡¡que la ira de nuestro Díos caiga sobre ellos¡
La madre se santigua asustada.
--¡¡No digas eso, Pqco¡ ¡¡que estás hablando de nuestra hija¡
El hombre no se compadece ni de su hija ni del dolor de su esposa:
--¡¡Ha deshonrado a nuestra familia¡ ¡¡la prefiero muerta que golfa¡
La mujer llora llena de angustia y para ella reza a su Díos y le pide protección para su única hija.

Alberto y Dorinda de nuevo se echan a la carretera. Ella le acaricia la mano. Él se distrae mirándola con amor. Se salta, sin querer un stop, y no tienen tiempo de frenar y chocan contra un auto que sale de una carretera lateral.











 

No hay comentarios: