Diario de una Dorinda en luto: “22 de diciembre
Son las seis de la mañana y aún no he dormido. Y no es porque haya estado de fiesta. Hoy es el peor día de mi vida. Alberto y yo hemos tenido un accidente. Yo estoy bien. Con el alma deshecha, llena de magulladuras y dolor pero almenos viva. Mi pobre Alberto ha muerto. Él era mi vida y yo lo que más lamento ahora es no haber ido por él. ¿¿Esto estaba escrito en mi destino o ha sido un castigo por desafiar las leyes de mi pueblo. Mis padres siempre me contaba que este tipo de tragedia les pasaba a los gitanos que se unen con los payos. Me siento tan mal, tan culpable por haber arrastrado a Alberto a este final. No sé cómo ha podido pasar una cosa así. Estábamos tan contentos, vivíamos en una constante luna de miel Acabábamos de hacer el amor. Buscábamos nuestro nuevo destino, todo iba tan bien. Me miraba, me sonreía. Después hemos visto aquel coche delante que se cruzaba en nuestro camino. Alberto ha frenado de golpe. Ha sido terrible. Todo me dolía y él estaba lleno de sangre. Ha muerto instantáneamente. Unos desconocidos me han ayudado y me han llevado al hospital. No sabía qué hacer y he llamado a Álex. Tenía miedo que llamara a mis padres pero la muerte de Alberto lo ha conmocionado tanto como a mí. Me he abrazado a él fuertemente llorando. También estaba Belinda. De entrada me insultó, me culpó de todo. Luego no sé que me dijo cómo si la culpa fuera de ella y me abrazó. Me consoló mucho. Ellos se ocuparon de avisar a su familia. Estamos en un hotel Álex, Belinda y yo en la misma habitación. Ellos ya duermen pero yo no puedo dormir.
Es tan traidora la muerte. Viene cuando menos te lo esperas. Mi Alberto estaba en la flor de la vida. Es tan injusto. Es la primera vez que me tengo que enfrentar con la dura realidad de la muerte. Yo era muy pequeña cuando murieron mis abuelos y sólo sé que un día dejó de verlos y me dijeron que habían muerto. Ahora es todo diferente. Alberto era parte de mí y yo he muerto en parte con él. ¿porqué son así las cosas? Hoy estamos, mañana no. Pobre Alberto. Habría preferido dejar de verlo pero sabiéndolo feliz. Tenia toda la vida por delante. ¿y sus padres? Deben estar destrozados. Si lo estoy yo que apenas comenzaba a conocerlo… me imagino su dolor. Alberto es una de esas personas que luego de haberlas conocido no puede vivir sin él.
Adiós, mi Alberto. Nunca te olvidaré. Estos días que hemos vivido juntos han sido lo mejor de mi vida. Nunca te olvidaré. No olvidó el sagrado juramento que te hice. Jamás otro hombre me volverá a tocar.”
(las lágrimas deslizan por sus mejillas. Mojan el papel)
“23 de diciembre:
Hoy he estado todo el día acompañando a mi Alberto. Sus padres están destrozados. Sus primos y sus amigos han sido muy dulces conmigo. Todo es tan terrible. Me cuesta creer que me esté pasando de verdad. Me da la impresión que estoy viviendo una película, una trágica película. Sus padres no me querían dejar cerca de Alberto. Yo les he confesado todo lo que hemos vivido, todo lo que nos unía. Álex y Belinda me han apoyado. Son muy lindos conmigo. Los padres de Alberto me han dejado tranquilo pero me han dicho que después del entierro avisaran a mis padres y me caerá una buena. Lo sé. Es cierto pero no `pienso en eso. Sólo pienso en mi pobre Alberto.”
“24 de diciembre:
Hoy mi Alberto ha realizado su último viaje y yo lo he acompañado en todo momento. Soy su viuda, es mi derecho. Ha sido terrible. Yo en el auto con Álex y Belinda. Miraba por la ventana, trataba de ver su ataúd y lloraba. Alberto ha sido un ser inolvidable. No ha muerto, está dentro de mí. Lo llevo en mi corazón.
A mi me hubiera gustado enterrarlo, tener una lápida donde recordarlo pero ha sido incinerado y entregado al mar. En una playa muy bonita. Sus cenizas están en el mar pero no necesito una tumba para recordarlo. Estos días me han marcado de una forma bella y espantosa. De por vida. Soy suya y lo seré hasta la muerte.
Aunque no soy creyente me ha sabido mal que no tuviera una misa. En cierta manera encomendar su alma a Dios. Esta tarde he ido a misa y he rezado por su alma, para que descanse en paz. Luego le he encendido una vela. Luego me he acercado al cementerio con un ramo de rosas y en la tumba más solitaria lo he dejado en su memoria. Estoy segura que esté dónde esté las habría recibido. Sus padres se han llevado sus cosas pero yo me he quedado con una pulsera que él tenía. La arreglaré a mi medida. La miraré y me dará fuerzas cuando las necesite. Me hará falta. Me será difícil vivir sin él. Sé que me será fácil cumplir la promesa que le hice. Otro hombre ¿para qué? Me será imposible encontrar a alguien que lo sustituya. Él era un ser único. Un ángel, por eso Díos se lo ha llevado tan pronto pero antes me ha dejado el regalo más hermoso: conocerlo.”
Dorinda se siente muerta en vida. Sin dinero, sin hogar. No quiere vivir pero además está en la calle y aún es menor de edad. Si se presenta a su casa lo pasará mal, sus padres la humillaran, pueden que la obliguen a casarse con otro. No. Tiene claro que decidió su destino cuando eligió a Alberto y aunque ahora él ya no esté no hay vuelta atrás. Se va a vivir con Belinda. Calla en su consciencia que ella delató a la pareja pero siente la culpa de la muerte de Alberto y es por eso que decide ayudar a Dorinda. A Álex le ha afectado la muerte de su amigo pero además está ahí cerca de Dorinda como un buitre. Esperando la ocasión para lanzarse sobre su presa.
El diario de Dorinda. “ 1 de febrero.
Hoy ha sido el día más extraño de mi vida. Mira la foto que tengo de Alberto y no entiendo lo que ha pasado. Mi vida es una pesadilla. Una luz de esperanza se ha encendido esta mañana. Llevo una vida dentro de mi. Espero un hijo de Alberto y era tan feliz que se lo he querido comunicar a su mejor amigo.
Estoy en shock. No puedo evitar pensar en qué ha salido culpa mía. No debería haber ido a verlo. Le he fallado a Alberto. He ensuciado su memoria. Pero yo no quería eso. Yo busca al amigo de mi amigo. Él ha empezado a tocarme y yo juro que lo he rechazado.
--entrégate a mí. Necesito una amiga –jadea él con cara de pena.
Yo me iba a ir pero él me ha agarrado con fuerza. Yo gritaba pero nadie me oía y no podía huir. Me ha tomado en brazos y me ha llevado a la cama. Mientras yo le decía que no, que a una amiga no se le podía pedir un polvo como si no fuera nada importante él me tenía hecha prisionera de su cuerpo. Yo decía que no pero no me escuchaba.
--Puedes amarme a Alberto a través de mi. Es que lo he hecho tanto de menos, estar contigo será acercarme a él –me ha suplicado con angustia.
Yo lloraba, le suplicaba. Juro que no quería ser de otro hombre. Me ha matado. Me ha apuñalado. Después de usarme me ha tirado a la calle con desprecio. Me ha dicho que soy una puta, que he manchado la memoria de Alberto. Pero yo no quería. Yo gritaba. Suplicaba pero nadie vino. Nadie me ayudó. Me han matado de nuevo"
Lagrimas de sangre mojan las hojas de papel. Dorinda está destrozada.
8 meses después, Dorinda da a luz a un niño al que llama Alberto. Al mirarlo a los ojos se le olvida el dolor. Sabe que su amado vivirá atraves de ese pequeño que es su motor. Su motivación. Se consagró a él desde el primer momento que supo de su existencia. Su vida no es fácil. Tiene que luchar duro pero mira a su hijo a la cara y sonríe. Luchará por protegerlo y que sea feliz.:
Belinda está algo desconcertada por el nacimiento de ese bebé pero se ha convertido en la protectora de la joven. Siente que tiene esa deuda con Alberto y está allá para apoyar a Dorinda, para hacerla sentir acompaña. La que fuera novia de Alberto es un gran refugio para Dorinda y su hijito. Dorinda besa la frente de su hijo. Por ese ser merece la pena vivir. Luchar.
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